CADÁVERES EN CONSERVA

Ahora puede parecernos grotesco, pero lo cierto es que durante buena parte del siglo XX, los cuerpos embalsamados de líderes comunistas fueron parte de la iconografía revolucionaria mas notoria. El máximo exponente, la momia de Lenin, lleva descansando ya más de 90 años en un mausoleo construido en la Plaza Roja de Moscú para honrar la memoria del personaje más influyente del pasado siglo. Cada día, miles de personas acuden a este lugar, para presentar sus respetos al líder revolucionario o por mera curiosidad: no se ven muertos todos los días (en directo quiero decir, por la tele desgraciadamente sí). De momento parece ser que sus restos van a seguir allí expuestos, si bien la sociedad rusa se ha planteado darle sepultura tras la caída de la Unión Soviética, sin llegar a ningúna conclusión. Su sucesor, Stalin, o mas concretamente su cadáver embalsamado, ocupó durante un tiempo una plaza a su lado, como si quisiera que la muerte equiparase dos trayectorias que en vida habían sido tan diferentes, pero tras el proceso de desestalinización iniciado por Nikita Jruschov, Stalin fue retirado y enterrado detrás de la muralla del Kremlin.

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Vladimir Lenin (izquierda) y Iosif Stalin embalsamados y expuestos en la Plaza Roja de Moscú

En China, el otro bastión comunista después de Rusia, Mao Zedong reposa en su mausoleo en la plaza de Tian´anmen. Allí, como en Moscú, una larga cola de personas espera cada mañana su turno para ver con sus propios ojos el cuerpo del Gran Timonel. Pero al contrario que en Moscú, dónde la mayoría de los visitantes son turistas, aquí son los ciudadanos chinos los que llenan de flores amarillas el vestíbulo como muestra de respeto. Al fin y al cabo, y pese a los errores garrafales del maoísmo, pesaron más los aciertos, y la figura de Mao sigue siendo venerada en China, si bien el sistema económico actual en el país difiere mucho de su doctrina. Otro lugar dónde se forman amplias colas de visitantes locales es la plaza de Ba Dinh, en Hanoi, capital de Vietnam. Aquí descansan los restos del tercer icono comunista, Ho Chi Minh, o tío Ho, como lo conocen afectuosamente los vietnamitas. Este venerable anciano con aspecto de maestro shaolín fue el artífice de la victoria sobre los colonizadores franceses primero, y después el único que ha conseguido una victoria militar en una guerra contra los EEUU. El precio que pagaron por no plegarse a los deseos del tío Sam fue muy elevado, pero la dignidad vale cualquier sacrificio, y hoy día la lucha revolucionaria del Vietcong es un ejemplo para todos y cada uno de los movimientos antiimperialistas en el mundo. Paradójicamente, Ho Chi Minh no pudo ver la victoria final sobre los EEUU, y su cuerpo embalsamado hubo de mantenerse 5 años más en las junglas de Vietnam hasta que pudo ser instalado en su mausoleo.

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Ho Chi Minh (izquierda) y Mao Zedong embalsamados y expuestos en la plaza Ba Dinh y Tian´anmen, respectivamente

La lista no acaba aquí: Georgi Dimitrov o Klement Gottwald fueron tambien embalsamados, aunque sus cuerpos no aguantaron el paso del tiempo por razones biológicas o ideológicas. Además de los anteriores, ha habido otros dirigentes en la misma situación, si bien no pueden considerarse comunistas. Kim il-sung y Kim Jong-il, padre e hijo, reposan ambos en un enorme panteón en Pyongyang. Su sucesor en el gobierno, Kim Jong Un, previsiblemente descansará en el mismo lugar, en la única e inverosímil dinastía socialista de la historia. Agostinho Neto, presidente de Angola, compartió destino con todos los anteriores. Por su parte, Eva Perón tiene el honor de ser la única mujer cuyo cuerpo fue embalsamado.

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En el sentido de las agujas del reloj: los cuerpos embalsamados de Eva Perón, Klement Gottwald, Kim il-Sung y Kim Jong-il.

El por qué de esta solución a la muerte de los líderes de distintos procesos revolucionarios ha sido objeto de debate, máxime cuando la mayoría de ellos rechazaron en vida ser embalsamados al morir, y sus deseos posteriormente olvidados por sus sucesores. La respuesta quizá haya que buscarla en uno de los pilares de la ideología comunista como es el ateísmo. Tras calificar a la religión, muy acertadamente, como el «opio del pueblo», los dioses, los santos y los diferentes guías espirituales dejaron de ser un referente para los seres humanos en estos sistemas políticos, que buscaban liberarse del yugo de la superstición y la ignorancia elevadas a un altar. Pero la necesidad de ejemplos factibles (y reales) que demostraran la posibilidad de este cambio radical en la estructura social de la humanidad convirtió a personas como Lenin o Ho Chi Minh en poco menos que santos seculares, y la relevancia de su obra se fundió con su condición humana.  A este hecho hay que sumarle que, para los sucesores de la obra de estos primeros revolucionarios, siempre es más sencillo apelar a su legado si el cadáver está de cuerpo presente, aunque sea un cuerpo frío, con aspecto de un muñeco de cera, y encerrado en una urna de cristal. Pero no deja de ser contradictorio que movimientos que apelan a la emancipación del ser humano y a la liberación del yugo de la religión, conviertan a sus propios iconos en poco más que el brazo incorrupto de algún santo de medio pelo. Y eso que aún no se les han atribuido milagros…

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