Categoría: MATERIALES

«EL TIEMPO DE LOS HÉROES», JAVIER REVERTE

«Toda nación que cuenta con una gran epopeya en su historia tiene el deber de crear literatura sobre ella«. Con esta premisa, Javier Reverte, escritor madrileño, acomete la difícil tarea de escribir una novela sobre la Guerra Civil, ese conflicto tan nuestro y a la vez tan internacional que empezó en el 36 y que, aunque oficialmente acabó en el 39, aún hoy sigue dejándose notar en la sociedad española. Como eje, ha elegido a uno de los personajes más emblemáticos del conflicto: el general del ejército republicano Juan Guilloto León, «Modesto», del que repasa su trayectoria durante los tres años de combates, manteniendo un buen nivel de rigor histórico y permitiéndose a la vez licencias, que para eso es su novela.

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Nacido en el Puerto de Santa María, dónde trabajó en un aserradero, Modesto se afilia al Partido Comunista en 1930, y durante la II República viaja a la Academia Frunze de Moscú, dónde recibe instrucción militar básica. De vuelta a Madrid, pronto se destaca al mando de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), creadas en 1934, durante el gobierno derechista de la CEDA, para contrarrestar el pistolerismo fascista. Tras el golpe militar del 18 de Julio, Modesto hace gala de una actitud intachable. Ayuda a sofocar la rebelión en el Cuartel de la Montaña de Madrid, y se encuadra, al igual que las MAOC, en el Quinto Regimiento. A partir de aquí su ascensión es fulgurante, participando en las batallas más importantes de la Guerra Civil: la defensa de Madrid, Brunete, Belchite, Teruel… dónde sus éxitos tácticos y organizativos se ven ensombrecidos por el dominio de los sediciosos en el terreno bélico. Su consagración llega en el verano de 1938, cuando, con el rango de teniente coronel, se pone al mando del Ejército del Ebro, en uno de los últimos intentos de la República por ganar la guerra, o al menos por no perderla. Pese al éxito inical de la ofensiva, los franquistas acaban expulsando a las tropas republicanas de nuevo al otro lado del río tras 4 meses de combates. La suerte estaba echada, y aún con la determinación de los comunistas, entre ellos Modesto, por resistir hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, Franco gana la guerra el 1 de Abril de 1939, con la inestimable ayuda del general Segismundo Casado, el socialista Julián Besteiro y los anarquistas de Cipriano Mera, que se rebelaron en Madrid contra el gobierno de Negrín para entregarse al enemigo.

La derrota supuso el exilio para todos aquellos que habían defendido la libertad con sangre durante los tres años de conflicto, y Modesto se dirigió a la Unión Soviética, dónde su experiencia sería útil en la organización del Ejérctio Rojo para poder combatir a Hitler. Con el fin de los conflictos, Modesto demostró que se movía mejor en las trincheras que en los despachos, y quedó al margen de las pugnas internas en el PCE por hacerse con el poder. Prefirió un retiro tranquilo en Praga, dónde moriría en 1969, sin haber vuelto a ver su tierra en la bahía de Cádiz.

Dada la talla de este personaje, novelar su biografía es una tarea arriesgada. Javier Reverte la acomete con tesón y voluntad, y es de agradecer su intención por recuperar la memoria de héroes olvidados durante tanto tiempo. Pero, sin desmerecer su trabajo, no logra evitar caer en lugares comunes y en tópicos guerracivilistas, que restan interés al análisis histórico. En ocasiones, llega a resultar incluso ofensivo para la memoria de los que fueron compañeros de armas de Modesto. Destaca su empeño en enfrentar constantemente al gaditano con Enrique Líster, otro destacado militar republicano surgido de las milicias, que se nos presenta como un bufón al que compara constantemente con el protagonista para ensalzar sus cualidades. Tampoco el anarquismo sale bien parado, haciéndose de él un retrato sesgado bajo unos criterios simplistas.

Pero en «El tiempo de los héroes» no se pretende en ningún momento ser objetivo ni verídico, ni subjetivo ni falso. Es sólo una novela escrita sobre un personaje, y en estos casos el escritor se reserva el derecho a interpretarle a su gusto. Igual que un actor, Javier Reverte se mete en la piel de Juan Guilloto León, e interpreta su propio «Modesto», se mete en su cabeza e inventa sus preguntas, sus respuestas, sus reacciones… No está mal, pero no es de Óscar.

JUAN MARCH, LOS NEGOCIOS DE LA GUERRA.

A lo largo de la historia, podemos encontrar personajes muy dados a exhibirse. Les gusta la fama, copan las conversaciones y las portadas y buscan siempre el primer plano, muchas veces supliendo con este reconocimiento popular su falta real de poder o de relevancia en términos históricos. De igual manera, hay otros individuos que rehuyen de plano esta visibilidad, eligiendo las sombras de la incertidumbre para moverse y realizar sus actividades. Esa posición es mucho más cómoda si realmente se ostenta poder, pues no es necesario dejarse ver para ejercerlo, y evita que se encuentren en la diana de la opinión pública. Y si encima las actividades a las que se dedican son ilícitas, sólo un bobo se pondría debajo de los focos teniendo detrás la seguridad de las bambalinas.

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Juan March Ordinas, Mallorca 1880- Madrid 1962

Juan March Ordinas, nacido en 1880, no era ningún bobo. Inculto, quizá, pero con tanta inteligencia como pocos escrúpulos. Este empresario mallorquín «hecho a sí mismo», como gusta el capitalismo denominar a sus cachorros, fue capaz de salir de su pequeño pueblo en la isla de Mallorca y convertirse presuntamente en la séptima fortuna del mundo, si bien en el turbio mundo de las finanzas nunca se sabe, pudo ser mucho menos, o mucho más. Para ello, el conocido cómo Verga en su pueblo por la vara que su padre usaba en la cría de cerdos, tiró de repertorio. Un poco de dinero aquí, unas tierras allá, contactos en lo más alto y también en lo más bajo, y pronto era el rey del contrabando de tabaco en España.

La llegada de la I Guerra Mundial fue como una lluvia de maná para sus arcas, y negoció indistintamente con los alemanes y los británicos, sacando jugosas tajadas por el «esfuerzo». Durante la II Guerra Mundial, más de lo mismo. Este es un rasgo que le acompañaría toda su vida: incluso habiendo estado  metido en política, habiendo participado económicamente en la guerra y habiendo sido un apoyo del franquismo, tanto al principio como al final, la única lealtad que Juan March conocía era para les pessetes. En su historial, además, cuenta con sospechas fundadas de asesinato, conspiración, e incluso una fuga de la cárcel de Alcalá de Henares en 1933, primera y única vez que pisaría un calabozo después de que la II República consiguiera encerrarle debido a sus actividades económicas irregulares. Como venganza, el mallorquín financiaría años más tarde el golpe de estado del 18 de Julio del 36, siendo su dinero un factor clave para la victoria de Franco. Quien crea que lo hizo por convicciones, yerra. March sólo sabía pensar en el beneficio económico.

Más de 50 años después de su muerte, su figura sigue siendo un enigma. Poca gente conoce realmente quién fue Juan March, y poco más sabemos de él aparte de que a su muerte legó una fundación, a la manera de Rockefeller o Carnegie, para pasar a la historia como un filántropo y no como un vulgar mafioso. Pero no es el único vestigio del apellido March. La Banca March sigue funcionando en nuestros días, con grandes inversiones en los principales grupos empresariales españoles. Indra, Acerinox, ACS o Prosegur cuentan con importantes sumas de capital provenientes del imperio del Verga. En un intento por esclarecer los hechos que rodean a este controvertido personaje, la cadena de television catalana TV3 ha realizado el documental «Juan March, los negocios de la guerra«, del que podéis ver la versión en castellano un poco más abajo. En él, gracias al acceso a archivos desclasificados recientemente, se prueban no sólo los turbios negocios de March, sino también su falta de toda ética. El propio Winston Curchill no dudó en afirmar que era un «facineroso de la peor calaña»…justo antes de decir que sus intereses comerciales estaban de parte de Inglaterra, por lo que era válido cómo aliado. Los nazis hicieron la misma apreciación. El dinero no entiende ni de colores ni de moral. O dicho de otro modo, la pela es la pela.

«ESTADO DE SITIO», DE COSTA-GAVRAS (1972)

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9 de Agosto de 1970. En el barrio de La Unión, en Montevideo, alrededor de las 4 y media de la madrugada, una patrulla de policía localiza un Buick 1948 que figura en los archivos policiales como robado. En el asiento trasero, con los ojos vendados y cuatro balazos, se halla el cadáver de Dan Mitrione, un ciudadano estadounidense afincado en Urugay que había sido secuestrado por el Movimiento de Liberación Nacional 10 días antes. ¿Quién es en realidad este señor y por qué ha sido objetivo de los Tupamaros?

Con estas premisas comienza el film franco-italiano Estado de sitio, del director Costa-Gavras, que pone la mirada en la descarada e impune injerencia de los Estados Unidos en América Latina durante varias décadas, hasta el día de hoy. Una producción valiente, pues se rodó apenas un año y medio después de los hechos, cuando todavía no existían los archivos desclasificados, y sólo los que las habían sufrido sabían de las prácticas de los servicios secretos del gobierno de EEUU.

De la mano del comprometido director de origen franco-griego, y con Yves Montand interpretando a Phillip Santore (alter-ego de Dan Mitrione), descubriremos que quien parecía ser un funcionario técnico de la Agencia para el Desarrollo Internacional estadounidense es en realidad un agente ligado a la CIA y especializado en métodos de contrainsurgencia, es decir, de la represión de los movimientos políticos y sociales enfrentados a la dominación capitalista del cono sur. Represión en el sentido más amplio de la palabra, desde la tortura de los opositores hasta su eliminación física. Nada nuevo. Brasil, Chile, Panamá, Guatemala, El Salvador, República Dominicana… la lista es larga. Prácticamente todos los países de Latinoamérica han sufrido el despotismo estadounidense, que para lograr sus objetivos no dudó en aplicar los métodos mas despiadados: del tradicional pau de arará, al mas moderno y técnico electroshock, del que Dan Mitrione era al parecer un experto.

Podría interpretarse esta actitud por parte de los Estados Unidos como un intento de salvaguardar su posición privilegiada frente al fuerte impulso que estaba tomando la izquierda en América Latina, en un escenario geopolítico donde la URSS, todavía viva, y focos revolucionarios como Cuba o Vietnam, hacían pensar al Imperio que sus días se acababan. Pero la razón principal era otra, mucho más simple. Estados Unidos no quería perder el dominio económico de Latinoamérica, para lo cual necesitaba también el dominio político. Y para ello nada mejor que un gobierno títere, mejor si es una dictadura militar, que costase poco de manejar y reportase pingües beneficios a las arcas del tío Sam. En palabras de uno de los personajes de la película, uruguayo, a un estadounidense: Ya sea bebiendo cerveza, tomando aspirinas, limpiándose los dientes, cociendo los alimentos en una cacerola de aluminio, utilizando un frigorífico o calentando una habitación, todos los días cada ciudadano de mi país contribuye al desarrollo de la economía del suyo. Mas claro, el agua.

Como curiosidad, aunque ambientada en Uruguay, la película se rodó en Chile, dónde entonces gobernaba el presidente Salvador Allende a la cabeza de una coalición de fuerzas de izquierda, la Unidad Popular. Quien le iba a decir que poco más tarde los chilenos sufrirían en sus carnes las atrocidades que ya habían sufrido antes sus vecinos, tras el golpe de Pinochet apoyado por la CIA, que entre otros torturó y asesinó al cantautor Víctor Jara. Como no podía ser de otro modo, la película, demasiado reveladora para una dictadura, fue prohibida.

«EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO», J.D.SALINGER

Cuando Jerome David Salinger escribió esta novela en 1951, difícilmente podía imaginarse que su protagonista, Holden Caulfield, trascendería mas allá de las páginas que le dieron vida. Siempre rodeada de un halo de controversia y polémica, El guardián entre el centeno se ha hecho un hueco en el panteón de las letras del siglo XX. Con su lenguaje provocador y su carácter irreverente y escéptico, plasma de una forma cabal las contradicciones e incertidumbres de la adolescencia, y las dudas e inseguridades de la vida en general, a través de los ojos de un muchacho rebelde, inmaduro y un tanto cínico, pero también inteligente, perspicaz y algo confuso.

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Portada de la primera edición, 1951. PINCHA EN LA IMAGEN PARA DESCARGAR EL LIBRO EN PDF.

La obra narra, en primera persona, las peripecias de Holden desde que es expulsado de la elitista escuela a la que acude hasta que regresa con sus padres y su hermana, tras haber pasado unos días vagando por Nueva York, intentando apaciguar su ansiedad a la par que haciendo tiempo para que en su casa no se enteren de su expulsión. La sexualidad o la perdida de los valores tradicionales son tratados sin tapujos en la novela, asociados a las mujeres, al alcohol, y a la vida adulta. Fue esta prosa descarada y directa lo que le valió no pocas críticas, denunciando el lenguaje ofensivo del que hace gala el protagonista, y la posibilidad de que éste corrompiese a la juventud estadounidense. Pese a los primeros intentos de censura, finalmente pesó mas su calidad literaria, y el libro es uno de los mas leídos en las aulas de los institutos.

Existe, sin embargo, otra razón por la que este libro es internacionalmente célebre: desde su publicación, no pocos perturbados lo tomaron como obra de referencia, diciendo sentirse identificados con el nihilismo de Holden Caulfield. El más famoso de todos ellos, Mark Chapman, lo es por haber asesinado a John Lennon, de la banda The Beatles, en Central Park, durante el invierno de 1980. Tras disparar cinco veces contra el cuerpo del músico, esperó la llegada de la policía leyendo unos pasajes de una edición recién comprada en la que había escrito «mi declaración» y había firmado con el nombre de su joven protagonista. Robert John Bardo portaba consigo una copia cuando disparó a quemarropa contra la actriz Samantha Rogers. Y el autor de los disparos contra Ronald Reagan en 1981 estaba también en posesión de la novela, si bien su obsesión era con otra obra de culto, Taxi driver, y su protagonista, Jodie Foster.

Aún con todas las funestas consecuencias, Salinger había escrito una obra cumbre, la mejor de su carrera. Y entonces tenía apenas 30 años, unos pocos escritos y un carácter particular. Después nunca lograría superar la repercusión de El guardián entre el centeno, y ante la presión de el éxito decidió retirarse de los focos de la vida pública hasta su muerte en 2010 por causas naturales. Si su historia hubiese sido cierta, Holden tendría hoy 96 años, y aquella extraña semana de sus 17 sería apenas un recuerdo en su desgastada memoria. Quizá mas tarde, tras toda una vida buscando, encontrase la respuesta a esa pregunta que tanto le intrigaba: ¿Dónde diablos van los patos del lago en invierno?

LA REVOLUCIÓN NO SERÁ TRANSMITIDA

En Abril del año 2002, las directoras irlandesas Kim Bartley y Donnacha Ó Briain llevaban 7 meses en Venezuela, filmando un documental personalista sobre Hugo Rafael Chávez Frías. La semblanza del presidente de Venezuela, no obstante, hubo de ser pospuesta en virtud de un hecho mucho mas relevante: el día 11 de ese mismo mes, tercer día de huelga consecutivo convocado por la patronal y los medios de comunicación afines a la oposición para protestar por la ley de tierras y la de hidrocarburos aprobada por el gobierno venezolano, desembocaba en violentos disturbios con los chavistas a las puertas del palacio presidencial de Miraflores. Aprovechando esta situación y haciendo un uso cuanto menos discutible de los medios de comunicación (que tienen plena libertad para funcionar en Venezuela), las fuerzas opositoras dirigidas por el presidente de la patronal Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, dieron un golpe de estado para intentar derrocar a Chávez.

Las cámaras de este equipo de televisión irlandés son testigos de excepción de todo el proceso, desde la detención de Chavéz y la autojuramentación de Carmona cómo presidente interino (anulando la Constitución y disolviendo el Parlamento, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral) a la posterior liberación del líder bolivariano por las tropas leales al gobierno y la vuelta del país a la legalidad constitucional. El documental se construye principalmente en torno al papel de los medios de comunicación privados en el golpe, y desmonta la visión occidental de Venezuela como un país totalitario dónde no existe la libertad de expresión, si bien al espectador no se le escapa cierta afinidad con el proyecto político que está tomando cuerpo en el país. No obstante, apenas interviene la narradora en todo el metraje más que para contextualizar las imágenes, sino que permite a los hechos y los personajes que las componen ser los que hablen al espectador.

Sin duda es un valioso documento audiovisual para ayudar a conocer un poco mejor la realidad mediática en Venezuela, así como la sucesión de acontecimientos que hicieron tambalearse a la República Bolivariana de Chávez y sus partidarios en Abril de 2002.  En palabras de sus creadoras, «a aquellos que apoyan a Chávez les gusta, aquellos que se le oponen lo odian, y además hemos sabido de mucha gente que realmente no sabía lo que creer y quedaron impresionados cuando vieron lo que ocurrió dentro del palacio y lo que los medios contaron de lo sucedido«.

«METRÓPOLIS», DE FRITZ LANG (1927)

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En plena República de Weimar, la productora alemana Universum Film Ag (UFA) se embarcó en la realización de «Metrópolis«, una película imprescindible para el devenir cultural del siglo XX en muchos de sus ámbitos, que además se convertiría en la obra más notoria del Expresionismo Alemán en la pantalla. Fue Fritz Lang el que se puso a la dirección de esta producción que entremezcla la ciencia ficción de un futuro mecanizado y deshumanizado con la realidad de su época, marcada por una sociedad clasista y un avance cada vez más rápido de la tecnología.

La trama gira en torno a una gran urbe dónde las masas de trabajadores viven en las profundidades, con turnos extenuantes y siempre bajo peligro de muerte debido a las inseguras máquinas con las que trabajan, mientras que unas pocas élites privilegiadas disfrutan de una existencia cómoda a su costa. El hijo del cacique de Metróplis, Freder, es testigo de las pésimas condiciones a las que están sometidos los obreros, pero su padre es inflexible: no aceptará mejorar su situación. Freder baja entonces al submundo proletario, dónde entablará una relación con María, una joven que propugna un cambio pacífico de la sociedad. Pero este cambio se verá truncado por un robot enviado por Fredersen para suplantar a María y sublevar a los obreros de forma violenta.

El guión está basado en la novela de la esposa de Fritz Lang, Thea Von Harbou, y pese a que en su día fue un fracaso en taquilla, la importancia del film es tal que es uno de los pocos (tres) considerado Memoria del Mundo por la Unesco debido a la profundidad de su contenido humano y social. No es difícil establecer paralelismo entre la megalópolis del film y los grandes focos industriales de los años 20. Asimismo, es notable la influencia marxista en la división de las clases sociales y la desigualdad que esta conlleva, si bien el film se posiciona ideológicamente más cerca de nacionalsocialismo (del que Thea Von Harbou era firme partidaria), al plantear que únicamente la cooperación con las clases dominantes puede mejorar la situación de los trabajadores, mientras que la oposición violenta a la explotación sólo empeorará su situación. En 1932 Thea se afilió al Partido Nazi mientras que Fritz Lang emigró a Estados Unidos con la llegada de Hitler al poder.

«LA METAMORFOSIS», DE KAFKA

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Portada original de la edición alemana de «La Metamorfosis» (1916)
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«Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.»

 Así arranca «La Metamorfosis» de Franz Kafka, una de las grandes obras literarias del siglo XX, aún siendo una lectura bastante breve. Fue publicada por primera vez en Octubre de 1915, en la revista literaria alemana Die Weissen Blätter, editada en Lepzig

De sus 95 páginas se pueden extraer diversas interpretaciones, en una trama que gira en torno al individuo diferente de la masa, representado por el insecto en que se ha convertido Gregor. Con la transformación pasa a ser una carga para su familia al no poder trabajar y necesitar ser alimentado. Sus familiares, ante el cambio,lo confinan en su habitación, separándolo de ellos, sin hacer apenas esfuerzos por comprender y aceptar la nueva situación en casa. Poco a poco, se verá sometido a un proceso deshumanizador, ante el cual poco puede hacer el protagonista debido a sus limitaciones, y que le imprime a a la obra un marcado carácter existencialista que se refleja en la resignación y la aceptación de la triste realidad: Gregor ya no es mas que un insecto. 

En la obra subyacen además diversos aspectos autobiográficos de la vida de Kafka, obviamente exagerados, desde su sentir anímico a su opinión sobre su aspecto físico (que le producía autorechazo), y en particular su relación con su padre, muy autoritario, lo que provocaba en él ese desasosiego que impregna gran parte de su obra. Hasta el apellido del protagonista, Samsa, podría tener una correlación con el del autor, Kafka, en la posición de vocales y consonantes. 

«La Metamorfosis» es sin duda la obra  cumbre de Franz Kafka, y contribuyó decisivamente a la creación del concepto kafkiano para referirse a una situación absurda o angustiosa, recogido en la Real Academia de la Lengua, lo que da una idea de la importancia de este escritor. 

EL TIRO DE LA PLAZA

9 de Julio de 1936. Un escuadrón de caballería y uno de infantería, armados y con cascos, entran en la Plaza Mayor de Salamanca y proclaman el estado de guerra al haberse sublevado la VII División en Castilla. Tras la lectura del bando y el grito de «¡Viva España!», los soldados se dirigen a ocupar el gobierno civil. Suenan dos gritos más: «¡Viva la República!»»¡Viva la revolución social!»…y luego un disparo desde los soportales de la plaza que hiere al cabo Julian Riaño Álvarez. En respuesta, los soldados abren fuego, matando en el acto a cuatro hombres y una niña e hiriendo a varios más. Fueron las primeras víctimas de la Guerra Civil en Salamanca.

Éste hecho, conocido cómo «El tiro de la plaza«, da nombre y sirve de punto de partida a este documental del Foro por la Memoria, acerca de la represión franquista tras el triunfo de la sublevación en toda la provincia salmantina. Un triunfo que conllevó una eliminación física efectiva y sistemática de cualquier rastro de oposición al régimen, llevada a cabo por el gobierno militar rebelde y Falange Española. Los testimonios aquí inmortalizados ayudan a comprender mejor el proceso que más tarde seguiría el ejercito franquista en toda España para asegurar su supervivencia.

Respecto al disparo, fue inculpado Arcadio Lucas Velasco, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas y camarero e la cafetería Astoria, sita en la plaza. Estuvo huido varios días y fue detenido cuando regresó a Salamanca, y fusilado en ejecución de sentencia de consejo de guerra.

«OCTUBRE», DE EISENSTEIN (1927)

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Habían transcurrido diez años desde el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia cuando Sergei Eisenstein comenzó a realizar esta película. Aunque nació como una obra principalmente propagandística bajo el paraguas de Stalin, las avanzadas técnicas cinematográficas que utiliza y las novedades en el discurso narrativo del guión han convertido a la hermana pequeña de El Acorazado Potemkin en una obra clave de la historia del cine.

El agitado Petrogrado de 1917 se mostró al mundo a través de la cámara de Eisenstein, en una película dónde no hay personajes principales más allá de las figuras de Lenin y Kerensky, que sólo son referencias históricas a una trama que se desarrolla con exactitud en la cronología del proceso revolucionario en Rusia. Sus protagonistas son todos los demás, las masas, un repertorio de caras anónimas que juntas conforman al actor principal de la obra, «el pueblo» ruso, y que se interpreta a si mismo. Así, los marinos de Kronstadt o el 1er Regimiento de Ametralladoras que aparecen en la película son los mismos que diez años antes estuvieron participando en los hechos que se narran .

Eisenstein demostró su capacidad creativa en un montaje dinámico, veloz, y lleno de símbolos que se oponen para transmitir al espectador las ideas que subyacen en la película. El ritmo lo lleva la sucesión de planos a altas y bajas revoluciones, en función de las necesidades del guión. Fue demasiado para un arte, el del cine, que apenas llevaba unos años de existencia, e incluso hoy los espectadores podemos sentirnos desconcertados fácilmente ante analogías cómo las que aparecen en «Octubre» y la manera en que están estructuradas.

Si bien la cinta original era muda, en 1963 se editó esta versión con la música de Dmitri Shostakóvich, que es la que actualmente más se distribuye. Igualmente, la versión original incluía a Leon Trotsky, pero tras su caída en desgracia por su oposición a Stalin éste ordenó eliminarlo del metraje.

No cabe duda de que Octubre es una pieza clave en la construcción tanto del lenguaje cinematográfico cómo del propagandístico.