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MAS ARMAS EN SIRIA

Un ecosistema es, por lo general, algo muy delicado. Las relaciones que se establecen entre los seres vivos y el medio que lo componen son frágiles, y cualquier modificación ajena puede tener efectos devastadores. Roland Lorkowski, un biólogo alemán, trajo a España en 1972 treinta y dos alevines de siluro, un pez depredador de río que llega a medir dos metros y a pesar cien kilos. Lo hizo con el propósito de practicar la pesca deportiva en el pantano de Mequinenza. En la actualidad el siluro se ha instalado en varios ríos españoles, ayudado por la mano del hombre. Allí dónde habita, elimina otras especies y se hace dueño del entorno, sin encontrar ningún obstáculo más allá del sedal de los pescadores. Una vez introducido en el ecosistema, no existe manera de sacarlo.

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Explosión en Damasco.

Siria, a su manera, no deja de ser un delicado ecosistema. Fuerzas de distinto signo luchan por el control de un país en el que la «primavera árabe» dura ya dos años y es mas bien un otoño, porque allí no nacen hojas, mueren. Las tropas del gobierno intentan mantener la situación bajo control, frente a unas milicias rebeldes que han demostrado su capacidad de resistencia. El impacto sobre el entorno es demoledor. Millones de personas son forzadas al exilio o al hambre si tienen suerte, al dolor y a la muerte si no. Campamentos de refugiados se montan en los países fronterizos, a la espera de no se sabe muy bien qué. Miles de años de patrimonio del ser humano se convierten en toneladas de piedra, que sigue sin valer ni una sola gota de la sangre que allí se derrama.

Los países de alrededor se ven también afectados por este avispero surgido en el corazón de Oriente Medio. Vuelve a agitar los instintos de Israel, los de Hezbolá, y aunque estén mas lejos, los de Estados Unidos, los de la Unión Europea, los de Rusia. Son los sirios los que se están jugando la vida, pero son las potencias extranjeras las que están sacando rédito de ello. Poco a poco se va formando un mapa de alianzas dónde todos deben elegir su posición. Como durante la guerra fría, las disputas entre grandes se dirimen en países más pequeños, lejanos, distintos, pero no por ello menos reales. Dentro de esta estrategia, el penúltimo paso a sido dado por los Estados Unidos, al declarar que tiene pruebas irrefutables de que el gobierno sirio está utilizando armas químicas (dónde he oído eso yo antes…), lo que justifica entregar ayuda militar a los rebeldes sirios. Antes, Rusia anunció la venta de misiles a Bashar Al Assad, y mediante Margallo nos enteramos de que la UE, y con ella España, armarán también a los rebeldes. En Indra se frotan las manos.

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Rebeldes sirios ejecutando unos prisioneros.

Son ya noventa mil personas muertas, según la ONU. No parece que llenar aquello de armas vaya a tener ninguna repercusión positiva para los sirios. Y sobre todo, ¿a quiénes se les van a dar las armas? Los rebeldes han demostrado que pueden oponerse con determinación al gobierno de Al Assad. Pero más allá de la empatía que despierta una milicia con participación civil que lucha contra el poder dominante, no parecen tener un proyecto político definido que avale su lucha. Es más bien una mezcla de distintas tendencias de oposición, dónde se mezclan las aspiraciones democráticas más puras y las obligaciones religiosas mas opresivas. La entrega de armas a los rebeldes, como su venta al gobierno, altera profundamente el equilibrio de la zona.

Una vez más, Estados Unidos decidirá sobre el futuro de un país, armando a quién el considere mas afín a su proyecto imperialista. Pero, al igual que con la introducción de especies en un hábitat, esto puede tener consecuencias terribles. El mejor ejemplo lo tenemos muy cerca, en Afganistán, y en una situación muy parecida. Durante la Guerra de Afganistán en los 80, para debilitar a la Unión Soviética,  EEEUU armó y entrenó a una milicia de oposición, los talibanes. Lograron su objetivo inicial, repeler a las tropas soviéticas, pero pronto revelaron su carácter integrista y radical propio de los extremismos religiosos. Actualmente, los talibanes se han consolidado cómo un  grupo fanático que somete al país a una situación de violencia, intolerancia y represión que le impide avanzar en prácticamente todos los aspectos. Son como los siluros que Lorkowski introdujo en el pantano, ejerciendo su dominio absoluto y depredando sin compasión, a la vez que imponen a la sociedad su sistema de creencias. Siria corre el riesgo de acabar en una situación parecida, con grupos armados imponiendo su ley, y quizá no exista sedal que soporte el tirón cuando, si es que al final sucede, derroten a Bashar Al Assad.

FRASES CON HISTORIA

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Sin duda Roosevelt sabía de lo que hablaba. Cuando murió de una hemorragia cerebral, a los 63 años de edad, lo hizo trabajando en el escritorio del puesto con más poder del planeta, la mesa de presidente de los Estados Unidos, después de haber sido el único en la historia del país que ganó cuatro veces seguidas las elecciones. Un final en lo más alto que nada tuvo que ver con el destino, pero sí, y mucho, con su propio esfuerzo y la lucha contra las circunstancias. Hoy, Franklin D. Roosevelt es sinónimo de tesón, perseverancia y, porque no, de éxito, en la sociedad estadounidense, y por ende en todas las demás.

Nacido en el seno de una familia de aristócratas y terratenientes de los EEUU, todo estuvo de cara para el heredero de la dinastía Roosevelt. Muchos de sus antecesores habían sido políticos, empresarios y oligarcas en general, por lo que el joven Franklin no tuvo problema en aprender varios idiomas o practicar deportes como el tenis, el polo o la hípica. Su madre, sobreprotectora y posesiva, se encargó de que no le faltase de nada. Estudió en Harvard y en Columbia, y se casó con su mujer, Eleanor, a la edad de 23 años. Para entonces, Franklin D. Roosevelt era un joven apuesto, rico y con una carrera prometedora. Parecía predestinado a lo más alto, pero fue al contrario, tuvo que vencer al destino para poder llegar

En Abril de 1909 moría su tercer hijo un mes después de nacer. Fue el que llevaba su mismo nombre: Franklin Delano junior. Cinco años después, su quinto descendiente recibió de nuevo la responsabilidad de cargar con el nombre paterno. Eleanor, una mujer retraída y tímida, asumió el papel de madre y ama de casa, que era todavía mas sacrificado a principios de siglo. Roosevelt, lanzada ya su carrera política como Secretario de la Marina durante la I Guerra Mundial, comenzó a buscar fuera del matrimonio experiencias que saciasen su sed. En 1918 Eleanor descubrirá las infidelidades de su modélico marido. Fue la intervención de su madre, Sara Roosevelt, la que salvó a Franklin de que el escándalo se hiciese público, lo que dada la moral norteamericana, habría significado su fin en la política. Franklin y Eleanor convivieron desde entonces como dos amigos en una situación que beneficiaba a ambos, aunque sólo el orgullo de ella se vio manchado.

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Y entonces, en 1921, llegó el varapalo: Roosevelt contrajo la poliomelitis, una grave enfermedad que afecta al sistema nervioso, y que le dejó paralítico de cintura para abajo. El enérgico y vital Franklin no podría volver a mover las piernas nunca más. Su destino quedaba atado a una silla de ruedas y sus perspectivas de futuro se hacían pedazos. Esta desgracia fue sin duda el punto de inflexión en su vida. Tras asumir su nueva condición, Franklin D. Roosevelt se negó a que este hecho le trastocara todos sus planes. Si el destino le quería inválido, iba a tener que hacer algo más que inutilizarle las piernas. En un astronómico esfuerzo contra las circunstancias, consiguió convencer a todo el mundo de que , poco a poco, se estaba recuperando, si bien esto era científicamente imposible. Se hizo fabricar unas abrazaderas metálicas que sostenían sus piernas rígidas enganchadas a sus caderas, y aprendió a caminar pequeñas distancias. Y aunque la silla de ruedas era parte inevitable de su día a día, se cuidó mucho de que se le viese utilizarla en público. Sus discursos, sus apariciones, los actos en los que participaba… todo estaba preparado al milímetro para que no se notase que el carismático Franklin D. Roosevelt era discapacitado físico, y en cambio todos pudiesen ver lo privilegiado de su mente.

Contra todo pronóstico, logró el cargo de gobernador de Nueva York por el partido demócrata, lo que fue el trampolín para acceder al cargo de presidente de los Estados Unidos en 1932. Una vez allí, Roosevelt tuvo que enfrentarse a situaciones tan dramáticas como la Gran Depresión de los años 30 o la II Guerra Mundial. Pero ya había vencido al destino una vez y sabía lo que significaba luchar contra la adversidad y no dejarse ganar por esta. Posiblemente hubiese cambiado todo su reconocimiento y su gloria por poder dar un paseo sin ayuda; pero posiblemente no hubiese llegado tan lejos sin las lecciones aprendidas de tan traumática situación.

«EL TIEMPO DE LOS HÉROES», JAVIER REVERTE

«Toda nación que cuenta con una gran epopeya en su historia tiene el deber de crear literatura sobre ella«. Con esta premisa, Javier Reverte, escritor madrileño, acomete la difícil tarea de escribir una novela sobre la Guerra Civil, ese conflicto tan nuestro y a la vez tan internacional que empezó en el 36 y que, aunque oficialmente acabó en el 39, aún hoy sigue dejándose notar en la sociedad española. Como eje, ha elegido a uno de los personajes más emblemáticos del conflicto: el general del ejército republicano Juan Guilloto León, «Modesto», del que repasa su trayectoria durante los tres años de combates, manteniendo un buen nivel de rigor histórico y permitiéndose a la vez licencias, que para eso es su novela.

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Nacido en el Puerto de Santa María, dónde trabajó en un aserradero, Modesto se afilia al Partido Comunista en 1930, y durante la II República viaja a la Academia Frunze de Moscú, dónde recibe instrucción militar básica. De vuelta a Madrid, pronto se destaca al mando de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), creadas en 1934, durante el gobierno derechista de la CEDA, para contrarrestar el pistolerismo fascista. Tras el golpe militar del 18 de Julio, Modesto hace gala de una actitud intachable. Ayuda a sofocar la rebelión en el Cuartel de la Montaña de Madrid, y se encuadra, al igual que las MAOC, en el Quinto Regimiento. A partir de aquí su ascensión es fulgurante, participando en las batallas más importantes de la Guerra Civil: la defensa de Madrid, Brunete, Belchite, Teruel… dónde sus éxitos tácticos y organizativos se ven ensombrecidos por el dominio de los sediciosos en el terreno bélico. Su consagración llega en el verano de 1938, cuando, con el rango de teniente coronel, se pone al mando del Ejército del Ebro, en uno de los últimos intentos de la República por ganar la guerra, o al menos por no perderla. Pese al éxito inical de la ofensiva, los franquistas acaban expulsando a las tropas republicanas de nuevo al otro lado del río tras 4 meses de combates. La suerte estaba echada, y aún con la determinación de los comunistas, entre ellos Modesto, por resistir hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, Franco gana la guerra el 1 de Abril de 1939, con la inestimable ayuda del general Segismundo Casado, el socialista Julián Besteiro y los anarquistas de Cipriano Mera, que se rebelaron en Madrid contra el gobierno de Negrín para entregarse al enemigo.

La derrota supuso el exilio para todos aquellos que habían defendido la libertad con sangre durante los tres años de conflicto, y Modesto se dirigió a la Unión Soviética, dónde su experiencia sería útil en la organización del Ejérctio Rojo para poder combatir a Hitler. Con el fin de los conflictos, Modesto demostró que se movía mejor en las trincheras que en los despachos, y quedó al margen de las pugnas internas en el PCE por hacerse con el poder. Prefirió un retiro tranquilo en Praga, dónde moriría en 1969, sin haber vuelto a ver su tierra en la bahía de Cádiz.

Dada la talla de este personaje, novelar su biografía es una tarea arriesgada. Javier Reverte la acomete con tesón y voluntad, y es de agradecer su intención por recuperar la memoria de héroes olvidados durante tanto tiempo. Pero, sin desmerecer su trabajo, no logra evitar caer en lugares comunes y en tópicos guerracivilistas, que restan interés al análisis histórico. En ocasiones, llega a resultar incluso ofensivo para la memoria de los que fueron compañeros de armas de Modesto. Destaca su empeño en enfrentar constantemente al gaditano con Enrique Líster, otro destacado militar republicano surgido de las milicias, que se nos presenta como un bufón al que compara constantemente con el protagonista para ensalzar sus cualidades. Tampoco el anarquismo sale bien parado, haciéndose de él un retrato sesgado bajo unos criterios simplistas.

Pero en «El tiempo de los héroes» no se pretende en ningún momento ser objetivo ni verídico, ni subjetivo ni falso. Es sólo una novela escrita sobre un personaje, y en estos casos el escritor se reserva el derecho a interpretarle a su gusto. Igual que un actor, Javier Reverte se mete en la piel de Juan Guilloto León, e interpreta su propio «Modesto», se mete en su cabeza e inventa sus preguntas, sus respuestas, sus reacciones… No está mal, pero no es de Óscar.

LA MALA EDUCACIÓN

Me permito tomar prestado el título a Pedro Almodóvar, de una película que no he visto. Del tema a tratar tampoco estoy muy documentado, así que todo cuadra. La educación es sin duda compleja. Los modales no, saber estar es algo relativamente sencillo. Lo complejo es la Educación con mayúscula, la que forma al individuo, lo dota de herramientas para aprovechar mejor su existencia y lo convierte en útil para la sociedad. Con todo lo que esto implica.

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Jose Ignacio Wert, Ministro de Educación y artífice de la LOMCE.

Suenan tambores de guerra en las aulas. La reforma educativa ha puesto en pie a profesores, alumnos, padres, madres, y ciudadanos en general, en otro frente abierto en el asalto del Capital (¿que es eso de «los mercados»?) al sector público, y de la religión a la laicidad del Estado. La LOMCE está hecha al gusto del partido que gobierna, y no son buenos tiempos para la lírica, ahora se llevan los números. Pero sería de inocentes sorprenderse. Desde la publicación de aquella estupenda obra de ficción llamada Constitución Española de 1978, hemos vivido un baile de siglas, todas tan parecidas (LOGSE, LODE, LOCE, LOE) que hasta se agradeció el literario nombre del «Plan Bolonia». Llegaban, agitaban los pasillos y las conciencias de los adolescentes, el telediario se hacía eco de su disconformidad sin profundizar en los motivos y luego caían como una losa sobre el programa educativo, enfangando más que ayudando. Y de paso, favoreciendo un enfoque mercantilista de la enseñanza, en dónde se la quiere poner a dar beneficios como si de un fondo de inversión se tratase.

Modelar un sistema educativo que complemente al sistema económico es el sueño húmedo de Don Dinero, y aunque sus esbirros son pocos y cobardes, ocupan los puestos cruciales. Nadie dude que la nueva reforma nos la vamos a comer con patatas, pero con la de mierda que tragamos, una mas… ¿no? No. El colegio no es una cosa de niños. Muy pocas cosas nos van a acompañar hasta que seamos viejos, pero una de ellas será la educación recibida. Moriremos sabiendo quien fue Ghandi, que descubrió Pasteur, que escribió Shakespeare, por qué llueve o cómo se hace una regla de tres. Los más afortunados, además, guardarán recuerdos nítidos de los años en los que lo aprendieron, cuando el mundo cabía en un patio y duraba lo que un recreo. Por eso es tan importante que lo que aprendamos esos años, lo que ya no olvidaremos, no este regido por intereses de ningún tipo, y mucho menos económicos o ideológicos. La falsa idea de la productividad, valorada en beneficios, no tiene cabida en las instituciones de enseñanza, ni primaria ni superior, porque su labor no debería tener nada que ver con cochinos euros. Su labor es formar a los ciudadanos que, luego sí, contribuirán productivamente a la sociedad de la manera que estimen oportuna en función de su criterio.

Igualmente, los métodos y los programas de enseñanza deben ser revisados. Revisados por profesores y pedagogos, no por políticos. Y mucho menos por curas. España ya tuvo su propia travesía por el desierto, 40 años de nacional-catolicismo que llenó las aulas de crucifijos y las vació de ciencia y de cultura. Adán sutituyó a Darwin y Eva a Marie Curie. Parecía que habíamos dejado atrás esos tiempos, pero ahora, los herederos del legado de Franco quieren volver a imponer sus dogmas donde más daño pueden hacer: en las inocentes y aún en fase de formación, cabezas de nuestros hijos, hermanos, sobrinos o vecinos. Y una cosa es respetar las creencias de los demás en el ámbito privado y otra cosa muy distinta es imponérserlas al conjunto.

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Dicen que necesitamos una reforma educativa. Yo no lo creo así. Necesitamos una revolución educativa. Un cambio radical en la manera de transmitir a futuras generaciones los conocimientos necesarios para su desarrollo. Basta ya de fomentar la competitividad y la exclusión. Bienvenido sea un enfoque social e igualitario. Basta ya de «¿A cuanto tiene que vender Jaimito las manzanas para obtener X pesetas?». Es momento de «Cuantas manzanas tiene que plantar Jaimito para poder dar una a cada habitante de su pueblo?». Otro gallo nos cantaría.

MI, NUESTRA, SU

Van armados y reciben órdenes. Tranquilos todos, esas órdenes, en teoría, se las damos nosotros. Bueno, nosotros damos órdenes a los tipos que tienen que dar las órdenes a estos primeros tipos. No, a ver, nosotros «elegimos» a los tipos que luego dan las órdenes a los de las pistolas, a través de un sistema de sufragi… bueno, que hablamos de la Policía, así sabemos bien por dónde van los tiros.

La búsqueda de protección en la sociedad es tan antigua como la propia sociedad. El ser humano quiere encontrar ayuda física para resolver sus conflictos con otros ciudadanos. Es lógico que en una comunidad no todo el mundo se comporta de una manera correcta y desarrollar mecanismos de control resulta beneficioso para el colectivo. Pronto estos mecanismos se incorporan a las civilizaciones, y se hacen fundamentales en la organización de los Estados. O de los reinos, como era el caso de la España decimonónica. Allí fecha el Cuerpo Nacional de Policía sus orígenes, según su página web. Más concretamente, en la Real Cédula del rey Fernando VII de Borbón, en Enero de 1824. Donde dice:

Entre las atenciones que al verme restituido a la plenitud de los derechos legítimos de MI soberanía, reclaman con urgencia MI paternal solicitud, he considerado como una de las mas importantes el arreglo de la policía de MIS reinos, la cual debe hacerme conocer la opinión y las necesidades de MIS pueblos, e indicarme los medios de reprimir el espíritu de sedición, de extirpar los elementos de discordia, y de desobstruir todos los manantiales de prosperidad.» De las múltiples interpretaciones del texto, me quedo con una: el MI.

Naturalmente, de eso han pasado 190 años.  Pero aún ocurre con frecuencia en las sociedades avanzadas, que esa labor de protección colectiva de la que hablábamos se entrega al poder sin contrapartida, o bien este la absorbe sin remisión, pasando a ser SU policía. Por supuesto, seguirá cumpliendo las funciones de seguridad ciudadana para las que está encomendada. Desde el mas banal papeleo a complejas operaciones mucho mas serias, donde además merecen ser felicitados por su trabajo. No debemos olvidar que a día hoy, desgraciadamente, el mundo sería todavía un poco más difícil sin maderos.

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Pero, en última instancia, están subordinados al Ministerio del Interior y no a la ciudadanía. Dejan de ser las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado para convertirse en las del gobierno. Por tanto, el gobierno puede disponer de ellas a su antojo para las tareas que así lo requieran. El problema surge cuando estas tareas entran conflicto con la obligación de garantizar la seguridad ciudadana. Por ejemplo, en una situación cómo la que atraviesa España, dónde desde la monarquía hasta el conserje del 13 de la calle Génova están expoliando ese Estado del que, dicen, formamos parte, la policía debería garantizar NUESTRA seguridad deteniendo a los autores de tan lamentables crímenes. Pero, en lugar de eso, no sólo protegen a los criminales, sino que son utilizados en contra de los propios ciudadanos, para echarles de sus casas, reprimirles en la protesta social y evitar por todos los medios que se produzcan los cambios que el sistema necesita. Ojo, las quejas de uso indebido de los cuerpos policiales no sólo vienen de abajo. ¿Acaso el PP no acusó a Rubalcaba de dirigir acciones orquestadas contra su partido? ¿y los GAL? No es nada nuevo, lo sabía Fernando VII, y lo sabe Jorge Fernández Díaz.

No seré yo el que dude de la bondad del ser humano. Los individuos que están dentro de los uniformes no dejan de ser trabajadores, y como tal, los habrá honrados y sinvergüenzas, buenos y malos, listos y tontos, de derechas o no… Son piezas de un engranaje, cómo cualquier otra persona, y ellos no son los culpables. Pero deben ser conscientes de que hoy por hoy, sirven a quien sirven. El Estado español está muy lejos de ser el Pueblo español, y por lo tanto la policía del Estado español está muy lejos de ser la policía del Pueblo español.

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Página web del Cuerpo Nacional de Policía                             Real Cédula de Enero de 1824

EEUUTANASIA

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Ejecución de un preso en la silla eléctrica. Cárcel de Sing Sing, hacia 1900

Dícese de la muerte de un individuo decidida libre y voluntariamente por el gobierno de los Estados Unidos. Por ejemplo, cuando un reo es ejecutado, tras haber sido condenado a muerte por un hecho tipificado como lo suficientemente nocivo para la sociedad por el código penal estadounidense. Salvo raras excepciones, va acompañada de sufrimiento físico o psicológico, causado a la víctima o a sus allegados. Si tienes la suerte de ser ejecutado en Alabama, Florida, Carolina del Sur, Tennessee o Virginia estarás en uno de los únicos lugares del mundo dónde siguen utilizando la silla eléctrica para administrar su justicia, y podrás experimentar una amplia gama de padecimientos. Para que tú o tu familia lo asimiléis mejor, habréis tenido unos años de incertidumbre en un corredor de la muerte dónde hay más esperanzas que vida por delante, dejándo la puerta abierta y la nevera llena al daño psicológico posterior, que a su vez elegirá su propia forma de cristalización.

La EEUUtanasia puede aplicarse de forma individual o en grupo, con el subsiguiente ahorro de medios técnicos y materiales y el añadido efecto ejemplarizante. Así, en la guerra de Vietnam, se decidió que los vietnamitas eran culpables y debían ser masacrados. La administración de Lyndon B. Johnson se puso manos a la obra. Bajo el pretexto del «Incidente del Golfo de Tonkin», un ataque a uno de sus barcos que resultó ser falso (¡sorpresa!) , los Estados Unidos dieron rienda suelta a sus depósitos de napalm y mataron a 4 millones de seres humanos tirando por lo bajo. El napalm es un gel de gasolina que arde indefinidamente e incinera toda forma de vida orgánica, incluidos vietnamitas. En este caso el sufrimiento físico es patente. En cuanto al psicológico, tuvo la capacidad de causarlo no sólo a los habitantes de Vietnam, sino a los de todo el plantea, gracias a la cobertura que hicieron del conflicto los medios de comunicación.

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Fotografía de Nick Ut. En el centro, la joven Kim Phuc abrasada por Napalm.

Fotografías como la de Nick Ut en la que se ve a una jóven Kim Phuc, de tan sólo 9 años de edad, corriendo por una carretera, desnuda y con el 65% de su cuerpo abrasado por el napalm, consiguieron remover las conciencias de (casi) todos los habitantes del mundo.Por cierto, la crueldad bien vale un Pulitzer, y a Nick Ut se lo concedieron. Para evitar este tipo de problemas, Estados Unidos regularizaría mas adelante la cobertura mediática de las guerras en las que participaba, pero eso es otra historia que daría para muchas líneas más.

Hechos execrables cómo estos, es cierto, los cometen muchos otros países del mundo. Irán condena el adulterio con la lapidación. En Siria, las tropas gubernamentales de Bashar Al-Ashad han sido recientemente acusadas de utilizar armas químicas contra las tropas rebeldes. La Alemania nazi no necesita presentación. Prácticamente todos los estados tienen al menos una carpeta con documentos que prueban actuaciones como estas, nadie se salva. Pero hay una diferencia fundamental entre estos actos y la EEUUtanasia propiamente dicha. Mientras que los primeros son condenados de forma unánime por la comunidad internacional y rechazados por la sociedad civil en su conjunto, los asesinatos cometidos por Estados Unidos gozan no sólo de legalidad jurídica, sino también de apoyo ciudadano, legitimidad internacional y la bendición de Dios.

Y por supuesto, tampoco son muy dados ha pedir perdón por estos actos. No lo necesitan. Hiroshima o Nagasaki siguen ahí, y de momento nadie ha dicho nada. Es la confirmación de su más absoluta impunidad. Saben que pueden volver a hacerlo cuando lo necesiten, que su estatus de juez y parte les permite decidir sobre las vidas de todos los seres humanos de la Tierra. God bless América.

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Nube de humo sobre Nagasaki tras el lanzamiento de «Fat Man», una bomba atómica de 25 Kilotones,  cuatro días después de que «Little Boy» de 17 kilotones, cayese sobre Hiroshima.

«ESTADO DE SITIO», DE COSTA-GAVRAS (1972)

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9 de Agosto de 1970. En el barrio de La Unión, en Montevideo, alrededor de las 4 y media de la madrugada, una patrulla de policía localiza un Buick 1948 que figura en los archivos policiales como robado. En el asiento trasero, con los ojos vendados y cuatro balazos, se halla el cadáver de Dan Mitrione, un ciudadano estadounidense afincado en Urugay que había sido secuestrado por el Movimiento de Liberación Nacional 10 días antes. ¿Quién es en realidad este señor y por qué ha sido objetivo de los Tupamaros?

Con estas premisas comienza el film franco-italiano Estado de sitio, del director Costa-Gavras, que pone la mirada en la descarada e impune injerencia de los Estados Unidos en América Latina durante varias décadas, hasta el día de hoy. Una producción valiente, pues se rodó apenas un año y medio después de los hechos, cuando todavía no existían los archivos desclasificados, y sólo los que las habían sufrido sabían de las prácticas de los servicios secretos del gobierno de EEUU.

De la mano del comprometido director de origen franco-griego, y con Yves Montand interpretando a Phillip Santore (alter-ego de Dan Mitrione), descubriremos que quien parecía ser un funcionario técnico de la Agencia para el Desarrollo Internacional estadounidense es en realidad un agente ligado a la CIA y especializado en métodos de contrainsurgencia, es decir, de la represión de los movimientos políticos y sociales enfrentados a la dominación capitalista del cono sur. Represión en el sentido más amplio de la palabra, desde la tortura de los opositores hasta su eliminación física. Nada nuevo. Brasil, Chile, Panamá, Guatemala, El Salvador, República Dominicana… la lista es larga. Prácticamente todos los países de Latinoamérica han sufrido el despotismo estadounidense, que para lograr sus objetivos no dudó en aplicar los métodos mas despiadados: del tradicional pau de arará, al mas moderno y técnico electroshock, del que Dan Mitrione era al parecer un experto.

Podría interpretarse esta actitud por parte de los Estados Unidos como un intento de salvaguardar su posición privilegiada frente al fuerte impulso que estaba tomando la izquierda en América Latina, en un escenario geopolítico donde la URSS, todavía viva, y focos revolucionarios como Cuba o Vietnam, hacían pensar al Imperio que sus días se acababan. Pero la razón principal era otra, mucho más simple. Estados Unidos no quería perder el dominio económico de Latinoamérica, para lo cual necesitaba también el dominio político. Y para ello nada mejor que un gobierno títere, mejor si es una dictadura militar, que costase poco de manejar y reportase pingües beneficios a las arcas del tío Sam. En palabras de uno de los personajes de la película, uruguayo, a un estadounidense: Ya sea bebiendo cerveza, tomando aspirinas, limpiándose los dientes, cociendo los alimentos en una cacerola de aluminio, utilizando un frigorífico o calentando una habitación, todos los días cada ciudadano de mi país contribuye al desarrollo de la economía del suyo. Mas claro, el agua.

Como curiosidad, aunque ambientada en Uruguay, la película se rodó en Chile, dónde entonces gobernaba el presidente Salvador Allende a la cabeza de una coalición de fuerzas de izquierda, la Unidad Popular. Quien le iba a decir que poco más tarde los chilenos sufrirían en sus carnes las atrocidades que ya habían sufrido antes sus vecinos, tras el golpe de Pinochet apoyado por la CIA, que entre otros torturó y asesinó al cantautor Víctor Jara. Como no podía ser de otro modo, la película, demasiado reveladora para una dictadura, fue prohibida.

EL ÁGUILA Y LOS «AGUILILLAS»

Que hubo (y hay) gente muy satisfecha con el franquismo que dirigió España durante 40 años es una evidencia. No hablo de ignorantes que gritan en un partido de fútbol, ni de lectores de las novelas de ficción que escribe Pío Moa, ni de mis abuelos. Hablo de «los privilegiados», personas de la órbita del poder franquista que alimentaron sus arcas de las migas que rascaban a la maquinaria nacional-catolica. Empresarios, militares, aristócratas, curas, falangistas… Todos obtuvieron sus prebendas, las 30 monedas de plata que dió Francisco Franco a aquellos que hicieron posible su triunfo, porque fue suyo y de nadie más, a costa de traicionar a su patria, si, como suena. Se habla de estancos cedidos a familias afines a la dictadura para su explotación. Y están los colegios cedidos a la Iglesia, para su explotación. Y la tierra entregada a la aristocracia, también para su explotación, aunque el que se dejara las manos en el campo fuera otro.

Pasaron los años. El país, dirigido siempre por el (los) mismo (s), iba cambiando sus formas pero no sus modos. A la autarquía de posguerra le siguió la apertura de comienzos de los 60, a la vera de un presidente estadounidense al que le gustaba tanto el cerril anticomunismo de Franco que hacía por no ver la represión a la que sometía a la población, o mas probablemente le daba igual. Y a esta apertura le siguieron una serie de «oportunidades» que no tardaron en acabar en manos de lo que entonces se llamaba tecnocracia pero siempre fue el Opus Dei.

Así las cosas, Franco envejecía pescando languidamente en algún río mientras sus más cercanos se llenaban los bolsillos y todos los demás no podían ni pisar el césped ni hacer una huelga, y con la izquierda ni coger el lápiz. España seguía siendo, treinta años después de la II Guerra Mundial, una dictadura heredera del auge del fascismo en los años 30. Pero nada dura para siempre, y la transición en España no se llamó ni Adolfo Suárez ni Juan Carlos I, sino Operación Ogro, la bomba que ETA colocó debajo de una alcantarilla haciendo saltar por los aires al sucesor de Franco en el gobierno, el almirante Carrero Blanco. Sólo entonces se planteó al Borbón como próximo Jefe del Estado en España.

De repente la dictadura estaba tan moribunda como su líder. Las Familias del franquismo, y no me refiero a las cartas, pusieron sus barbas a remojar a toda prisa mientras veían cuajar la Revolución de los Claveles en Portugal, un vecino al que no saludamos ni en el ascensor, pero que se parece mucho a nosotros. El anuncio de Arias Navarro, entonces presidente del gobierno, de la muerte de Paco fue el pistoletazo de salida de una carrera que bien podría ser un remake del mundo loco de Stanley Kramer. El dinero estaba al otro lado, en la democracia, ¿cómo no podían verlo esos obtusos del Búnker? Gracias a Dios y a Escrivá de Balaguer los había más espabilados, y un energético y todavía inteligible Manuel Fraga se ponía manos a la obra y daba forma a Alianza Popular. Recopilar a un buen puñado de ex-ministros franquistas y sentarlos en el congreso no le fue muy difícil. Pronto llegaron refuerzos, sangre nueva vistiendo camisas viejas pero actualizadas, que sustituyeron el cara al sol saludando con maletines al floreciente liberalismo económico, monárquico y vertical, más cómodo que la severa vigilancia del águila. Para cuando Alianza Popular cambiaba su nombre por Partido Popular, aquello era ya un buen nido de «aguilillas», que se repartían la carnaza con buitres socialistas obreros españoles. De gaviotas, nada de nada.

 

rajoyfraga

14 DE ABRIL

Las efemérides son un buen recurso para periodistas. Preguntad en cualquier redacción y veréis que a más de uno le han salvado el culo alguna vez para rellenar esas líneas que se resistían o ese espacio entre anuncio y anuncio cuando ya no quedaban anuncios para poner. Pero entrañan riesgos. El principal, a mi juicio, es el hecho de que como por arte de magia, todo lo que se convierte en efeméride pasa a ser cosa del pasado, un suceso antiguo, viejo, sin capacidad para influir en el presente y mucho menos modificar el futuro. Y esto no es así. Por eso, hoy, 14 de Abril, no quiero hacer una efemérides de la Segunda República Española, si no revindicar la Segunda República Española. «La Causa», como la llamaron todos aquellos hombres y mujeres que fueron capaces de luchar por una, algo tan difícil de encontrar en los tiempos modernos que nos absorben la vida a través de un teclado y nos la devuelven a través de una pantalla, convertida en ceros y unos que digerimos cómodamente en un sofá de fabricación sueca.

La Segunda República llegó por sorpresa, casi sin avisar, como el hijo fruto de la pasión y no de la prudencia. Pero sólo un necio como Alfonso XIII, el abuelo de nuestro querido y campechano Juan Carlos I, no hubiera sabido ver las miradas de complicidad que  se lanzaban entre todos aquellos que estaban hartos del largo otoño monárquico y el invierno dictatorial, y ansiaban ver florecer la primavera tricolor. Por eso las elecciones municipales de 1931 arrojaron un resultado tan claro: la población de las principales ciudades españolas, dónde el voto no estaba controlado por caciques u oligarcas y la Iglesia no tenia tanto poder, quería ver el seno firme de la libertad y no el bigote pulcramente recortado de la indecencia. Técnicamente, es cierto, las candidaturas monárquicas obtuvieron mas votos que las republicanas. Pero el proceso ya era irreversible, y las ciudades se llenaron de gente que festejaba el cambio de régimen. La corona huyó por la puerta de atrás, y una coalición de intelectuales, tanto de izquierdas como de derechas, organizaron el nuevo modelo que sustituiría a la corrupción y el clientelismo reinante. No fue una tarea fácil.

Nueve años después, la joven República moría a manos de la vieja oligarquía castrense. ¿Que pasó entre medias? Tras un comienzo esperanzador, las diferentes tendencias políticas se organizaron dentro del mismo engranaje. Pronto se definió un mapa político dónde quedaba claro el deseo de implantar profundos cambios sociales. Pero la separación entre la Iglesia y el Estado, el derecho a voto de las mujeres, una educación basada en la ciencia y no en la religión o la redistribución de la riqueza no eran vistas con buenos ojos por aquellos que miraban desde una posición privilegiada. La polarización de la sociedad se hizo cada vez más evidente, y la retórica belicista pronto caló entre la población. Todo no podía ser, y ante la decisión del pueblo de elegir al Frente Popular como sus legítimos representantes, el ejército impuso su ley, dando un golpe de estado el 18 de Julio que condujo a la guerra mas cruenta en la historia de nuestro país. Tres años después, la República era entregada a Franco para que la sacrificase en el altar del fascismo que entonces se hacía fuerte en toda Europa. Que hubiese ocurrido de haber ganado la guerra nunca podremos saberlo. Pero podemos volver a intentarlo ¡Salud y República!

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CÁDIZ, TACITA DE PLATA

Rodeada de agua y piedra, Cádiz espera a que se la visite, sin hacer ruido nada más que en Carnaval, cuando más se gusta a sí misma. Situada en el extremo suroccidental de la Península Ibérica, puede parecer alejada, distante, pero es una concepción errónea: Cádiz es una de las ciudades más importantes en la historia de España, y no son pocos los acontecimientos que se han desarrollado en sus entrañas.

Empecemos por el principio: Gádir, cómo la llamaron los fenicios, fue fundada en el siglo XII A.C. por este pueblo marinero y comerciante que encontró en su ubicación geográfica una inmejorable plaza desde la que lanzar sus expediciones. Entre el Atlántico y el Mediterráneo, entre África y Europa: que más se puede pedir. Estas condiciones forjaron la idiosincrasia de la ciudad: Cádiz vive de y para el mar. La pesca o las actividades portuarias consistieron durante años en su principal actividad económica, más aún con el dominio colonial español tras el descubrimiento de América en 1492.

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Vista general de la ciudad de Cádiz.

Con la conquista que sucedió a los viajes de Cristobal Colón llegarían los años dorados para la ciudad: España necesitaba puertos desde los que zarpar rumbo al Nuevo Mundo, y dónde recibir los barcos cargados de oro y materias primas que volvían de él. Cádiz, por su clima y su ubicación, cumplía a las mil maravillas las condiciones necesarias para la corona española, convirtiéndose así en la plaza de referencia a la hora de tratar con los territorios de ultramar. Su estatus la convirtió en el blanco de piratas como Barbarroja o corsarios como Francis Drake (este último a sueldo de la corona británica) y más tarde fue tomada por una escuadra anglo-holandesa al mando del almirante Charles Howard. Era obvio que la ciudad necesitaba protección, y se inicia la construcción de una muralla que se acabaría en el siglo XVIII y de la que aún quedan testigos, como la Puerta de Tierra que separa el casco antiguo de la zona de extramuros.

Este ir y venir de barcos provocó el ir y venir de gentes de toda índole, condición social y posicionamiento político, aportando a Cádiz pluralismo y multiculturalidad, caldo de cultivo del Liberalismo. En efecto, Cádiz fue el mas importante núcleo liberal en la oscura España de principios del XIX. Allí se proclamó La Pepa, la primera constitución de la historia de España, en 1812. Allí recaló también el general liberal Rafael del Riego durante su periplo por Andalucía en busca de apoyos para la implantación de la Constitución en 1820. Tras un comienzo incierto, su pronunciamiento fue finalmente seguido por el pueblo, obligando al monarca absolutista Fernando VII a firmarla, y dando lugar a la canción satírica Trágala. Poco duró la ilusión constucional, ya que tres años después se encargaría de abolirla por la fuerza. La Gloriosa, revolución de corte democrático e intenciones republicanas que se inició en 1868, nace también en los cuarteles gaditanos.

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La promulgación de la Constitución de 1812, cuadro pintado en 1912 por el pintor gaditano Salvador Viniegra.

A Cádiz, no obstante, le quedaba ya poco tiempo de esplendor. Con la paulatina independencia de las colonias en América perdió poder, y tras el desastre del 98 comienza la etapa más dura para la ciudad, con el cierre de astilleros y el aumento del paro. Sólo el turismo ha logrado mitigar estas circunstancias, gracias a los encantos naturales de la provincia más meridional de España y al descomunal patrimonio histórico y cultural de la zona, siempre dispuesto a contarte una historia nueva cada vez que lo visitas.